¿En qué creemos?
- Creemos en la inerrancia de la Santa Escritura. Creemos que la biblia fue revelada e inspirada por Dios, quien busco transmitir su mente, corazón, y voluntad al ser humano a través de un grupo elegido de personas que Dios inspiro con la asistencia o supervisión del Espíritu Santo, que cuido que la transmisión del mensaje fuera fiel al pensamiento divino.
- Creemos en la doctrina de los apóstoles, la salvación, en la Santa Trinidad (Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo un solo Dios), en la resurrección de los muertos y la eternidad.
- Creemos que Jesucristo nació de una mujer virgen, engendrado por el Espíritu Santo.
- Creemos que Jesucristo murió crucificado, pero resucito al tercer día, y está sentando a la diestra de Dios Padre.
- Creemos que para ser salvo toda persona tiene que reconocer y confesar que Jesucristo es el Señor y Salvador del mundo.
- Creemos que todo creyente, después de recibir a Jesucristo como su salvador personal debe ser bautizado por inmersión en agua, siendo bautizado en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
- Creemos en los ministerios, dones y manifestaciones del Espíritu Santo.
- Creemos que Jesucristo vendrá a buscar (el arrebatamiento) su iglesia.
- Creemos que el hombre fue creado por Dios a su imagen y a su semejanza.
- Creemos que todo creyente debe dar un buen testimonio para con su iglesia, comunidad y hogar. Como buen hijo de Dios debe conducirse de la manera correcta en cualquier lugar donde se encuentre, entendiendo que es la luz del mundo.
- Creemos que como creyentes debemos obedecer a las autoridades civiles y eclesiásticas.
- Creemos que, como iglesia así constituida, es nuestro deber propagar por medio de la predicación o la enseñanza las creencias y doctrinas bíblicas.
- Creemos que el matrimonio fue instituido por Dios entre un hombre y una mujer como lo establece la Biblia.
- Creemos que la santa cena es también un sacramento para la Iglesia, del que participan los miembros de la congregación que ya fueron bautizados en agua, como un símbolo de nuestra unión con Cristo, un recordatorio de su sufrimiento y muerte y un anuncio de su inminente retorno.